La Espera

 

El sol destiñe la tarde débil

de un día sin nombre.

Los huesos resignados

alargan sombras de dolor

en la espera inquieta

del final certero,

del que no sabe de esperanzas,

que no miente promesas,

que guarda la llave

de la paz eterna.

 

         

 

Maryte

20 febrero 2002

 

         

 

 

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